viernes, 23 de enero de 2009

Otoños de deseos

En un comienzo, claro, debió haberlo, debió nacer desde el silencio. En un comienzo es que no creía en la luz o en la música
En la cúspide de la luz que hay en una noche de estrellas, o tal vez sea desesperado, pero no es sepia, ni blanco, ni negro, es lo que las velas con poemas que habitan el cielo nos recitan cada día, lo triste es que ya no las vemos. Hablemos con las estrellas a partir de esta noche, por que es esta noche la que no debe de acabar. Que es la noche mas que un puñado de estrellas deslumbrando con todos los sueños de la humanidad.
Y creer en otoños cantando, en colores de notas, y en la danza de las hojas y lágrimas absortas. Y creer en la esperanza de que todo lo podemos hacer, de que siempre tendremos nuestro otoño para poder descansar en el.
Ahora creo en un rayo de luz de luna, sonriendo en medio de un día caluroso, ¿y por que no?, solo hay que dejar la cama muy temprano en la mañana y comenzar a escuchar, olvidando nuestro camino blanco.
Y para tener miedo de amar demasiado, solo basta desearlo con desdén.
Y prometernos algo, que cuando la luz en el sendero cese, solo hay que salir a ver el mundo, darse una vuelta y ponernos a escuchar, ya con eso nos alcanza, con eso tenemos para soñar, y después nos podemos jurar y hacerlo todos los días, desde hoy y para siempre.

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