martes, 31 de marzo de 2009

Los 100 dias del plebeyo

Cuenta una historia que una bella princesa estaba buscando consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban de todas partes con maravillosos regalos: joyas, tierras, ejércitos, tronos..... todo lo que cualquier princesa pudiera imaginar.... Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riquezas que el amor por la princesita, y la perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:

“Princesa, te he amado toda la vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Esa será mi dote, y mi manera de demostrarte que por tu amor daría hasta mi propia vida....”

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar:

“Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba, me desposarás”.

Así pasaron las horas y los días. El pretendiente permaneció afuera del palacio, soportando el sol, los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente súbdito siguió firme en su empeño sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, que con un noble gesto y una sonrisa aprobaba la faena: el plebeyo sería capaz de sacrificar su vida por tan solo tener la oportunidad de estar con ella.

Todo iba a las mil maravillas y en el reinado, algunos optimistas comenzaron a planear los festejos. Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona salieron a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, pero cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la princesa, el joven se levantó y , sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar donde había permanecido cien días. Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa:

“¿Qué te ocurrió?, estabas a un paso de lograr tu meta, lograrías el amor de la princesa, entonces, ¿por qué perdiste esa oportunidad?, ¿por qué te retiraste?”.

Con profunda consternación y lágrimas mal disimuladas, el plebeyo contestó en voz baja:
“He amado tanto a la princesa que estaba dispuesto a sacrificar mi vida por ella. Sin embargo, aún cuando fui constante y perseverante, la princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni tan siquiera una hora. Yo estaba dispuesto a dar mi vida por ella, y eso a ella, ni aún observándolo con sus propios ojos, día a día, la conmovió. Realmente no importaba lo que hubiera hecho por ella, solo estaba pensando en ella misma... ella no merecía mi amor....”

viernes, 23 de enero de 2009

Amor de mis amores

















Que bello seria poder amar
Aun cuando no sepamos por que
Amar todos los días de cada vida
A partir del azul celeste se postra en nuestros sendero
Cerrando con la luna que besa al mar en la serena y calida noche de suspiros
Desde darnos el primer beso una mañana cualquiera
Hasta llegar a la noche que entre bostezos
Nos abraza y nos besa, para soñarnos juntos

Si tan solo pudiéramos amar por amar, por querer amar

Amar que nos han regalado las estrellas
Amarlas aun cuando no las podamos ver
Amar sinceramente todas las cosas bellas
Llega a amar todo lo que podamos conocer


Y saber que siempre podemos amar


Se puede amar todo
Amando la brisa de la primavera
Amar el como nos despierta aurora cada día
Amar que hay un recuerdo de nosotros
Y que hoy comenzamos a florecer
Amar tus deseos y la esperanza
Contar con que somos parte de la lontananza
Recordar el amanecer
Saber que es el regalo de aurora.
Y amar los desdenes de las bellas
Amar que todavía los podemos compartir con ellas
Amar que hay que vivir
Y que siempre podemos volver a empezar


Sentir que puedo amar por siempre
Aunque siempre dure un segundo


Amemos el encanto del verano
disfrutando que al fin nos a llegado
Que nos estaba esperando
Que es nuestro hermano
Que nunca lo habremos de perder
Y amar los cantos de las olas
El cantar de mil cantares
Y amar las hojas de minte.
Que crecen en la orilla del risco frente al mar
Por el sacrificio que nos diera ella


Siempre ama que existen los aromas
Que calman a la mas vil de las bestias
Los aromas son mujeres en esencia

Como no amar los otoños de poetas
Y la danza Helénica de las hojas
De los colores y sus miradas rosas
De los sueños que vuelan como cometas
Que más, ama el otoño por que es amor propio
Ama el poder abrazar un árbol
Y que el árbol te abrace también
Ama que todos bailemos la misma canción
Al ritmo de una puesta de sol.
Hay que amar que nos hemos encontrado
Con todo lo sabe estar contentos
Conocer que el otoño entre sus hojas perfumadas
Sabe darnos armas para abusar de los recuerdos


Ama el tener una bella hoja de Maple
Que adorne la gris calma de tu casa


Ama los inviernos de centellas
Las luces de cada mañana en la cortina blanca
Y el grito de alegría que te araña
La cara de triste amargura con que exclamas
Por que no es invierno el final de las cosas
Sino el principio de que vamos mejor
De que son razón el tener a las dichosas
A las bellas, al minte y a las hojas
Y a todo lo que es tu corazón


Yo por mi parte ya puedo amar estar aquí.
Y para mi ya nada queda por escribir


Solo se que debo amar hasta que duela
Y que es así que puedo ver lo azul de nuestra vida
Que siempre al buen amar lo que acompaña
Es la frase de te quiero vida mía
La ley de querernos día a día

Y abuso de mis recuerdos a diario Amor de mis Amores

Otoños de deseos

En un comienzo, claro, debió haberlo, debió nacer desde el silencio. En un comienzo es que no creía en la luz o en la música
En la cúspide de la luz que hay en una noche de estrellas, o tal vez sea desesperado, pero no es sepia, ni blanco, ni negro, es lo que las velas con poemas que habitan el cielo nos recitan cada día, lo triste es que ya no las vemos. Hablemos con las estrellas a partir de esta noche, por que es esta noche la que no debe de acabar. Que es la noche mas que un puñado de estrellas deslumbrando con todos los sueños de la humanidad.
Y creer en otoños cantando, en colores de notas, y en la danza de las hojas y lágrimas absortas. Y creer en la esperanza de que todo lo podemos hacer, de que siempre tendremos nuestro otoño para poder descansar en el.
Ahora creo en un rayo de luz de luna, sonriendo en medio de un día caluroso, ¿y por que no?, solo hay que dejar la cama muy temprano en la mañana y comenzar a escuchar, olvidando nuestro camino blanco.
Y para tener miedo de amar demasiado, solo basta desearlo con desdén.
Y prometernos algo, que cuando la luz en el sendero cese, solo hay que salir a ver el mundo, darse una vuelta y ponernos a escuchar, ya con eso nos alcanza, con eso tenemos para soñar, y después nos podemos jurar y hacerlo todos los días, desde hoy y para siempre.